La doctora y religiosa de las Misioneras Hijas de la Sagrada Familia de Nazaret, Nuria Calduch-Benages, agradeció y elogió hoy que Jesús creyera y apostará por las mujeres y abogó por que la meditación de las siete palabras que pronunció en la cruz antes de expirar despierte "nuestras" consciencias y avive "nuestra" solidaridad a favor de los seres humanos y de los pueblos que padecen las consecuencias del odio, violencia, guerra o injusticia.
En el primer año que una mujer pronuncia el Sermón de las Siete Palabras, uno de los actos centrales de la Semana Santa de Valladolid, la religiosa, considerada una autoridad mundial en el estudio de los libros Sapienciales del Antiguo Testamento, destacó que las "mujeres valientes entraran en escena", cuando en la tercera palabra se encuentran junto a la cruz de Jesús su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás y María Magdalena.
"Nunca han abandonado a Jesús, le han seguido desde Galilea, han escuchado sus palabras y visto sus milagros; mujeres que se han sentido aceptadas y reconocidas, que han sido perdonadas, curadas y por encima de todo amadas", evocó la religiosa. "Nada podían hacer, nada podían decir, nada podían cambiar, pero estaban allí, contemplando, amando, sufriendo, callando. Como tantas mujeres en nuestros días que de tabto sufrir y callar se han acostumbrado a golpes, al dolor, al silencio", significó.
Es por ello que la religiosa dio las gracias a Jesús por haber creído en las mujeres, en su fe y fortaleza, en su fidelidad, en su testimonio y en su misión y haber apostado por ellas. "Gracias por todo lo que hiciste y sigues haciendo por ellas, y por haber puesto la Iglesia en manos de tu madre", afirmó en presencia de las autoridades políticas, religiosas, policiales y judiciales, miembros de las cofradías y "pueblo fiel" que llenaron la Plaza Mayor de Valladolid, convertida en un templo.
Calduch-Benages concluyó su alocución con el deseo de que la meditación de las siete palabras que pronunció Jesús antes de morir crucificado no sólo "fortalezca nuestra fe, sino que sobre todo despierte nuestras consciencias y avive nuestra solidaridad en favor de tantos seres humanos, tantos pueblos y naciones que padecen las consecuencias del odio, la violencia, la guerra, la injusticia, la corrupción, los intereses de los poderosos y los desastres naturales.
Grito de esperanza
Para la religiosa, la última palabra, el último grito de Jesús "padre en tus manos encomiendo mi espíritu", que le "acoge desangrado pero victorioso", es un "grito consolador para la humanidad sufriente y perseguida, un grito esperanzador para todos los que queremos seguirte".
La religiosa "catalana de nacimiento e italiana de adopción", que se confesó "agradecida y honrada de formar parte de la familia de predicadores" del Sermón de las Siete Palabras, reflexionó al inicio de su intervención sobre el significado de la ‘palabra’ -en hebreo dabar- y sobre el número siete que indica la idea de totalidad, globalidad, integridad y también plenitud, a la vez que recordó como en el libro del Génesis el día séptimo pone el "broche final a la obra creadora de Dios", que concluyó "su tarea y descansó".
"La primera palabra pronunciada por Jesús nos deja atónitos", definió la pregonera, que subrayó como Jesús, un inocente, en el momento de la ejecución no piensa en él, sino en sus verdugos. "Sus llagas y cicatrices no reclaman venganza, sino que se transforman en anunció de paz y perdón", aseveró, a la que añadió que Jesús "no sólo intercede por ellos sino que les disculpa porque cumplen órdenes y no saben lo que hacen".
La religiosa da las gracias por habernos enseñado a "perdonar las ofensas, a restablecer alianzas, a eliminar de nuestro vocabulario la categoría ‘enemigo’ y, en definitiva, a cultivar el amor". De la segunda palabra, resaltó que "nunca es tarde para arrepentirse, para reconocer el error, para empezar de cero olvidando lo malo del pasado. Nunca es demasiado tarde para obtener el don de la fe, para descubrir lo que nunca antes habíamos visto con nuestros ojos".
Aceptar límites, pruebas y fracasos
Evoca así a los tres hombre en la cruz, dos descritos como malhechores, mientras que el tercero, Jesús de Nazaret, es presentado como el Mesías, "el rey que ha de venir al mundo para traer la salvación". En un sentido homenaje a las mujeres, se refirió a la tercera palabra, cuando Jesús al veer a su madre y a su discípulo preferido dijo: "Mujer, ese es tu hijo"; y luego al discípulo: "Esa es tu madre".
Igualmente, dio las gracias por "habernos enseñado a aceptar los límites, las pruebas, las crisis, los miedos y los fracasos" y por "habernos enseñado a esperar contra toda esperanza, como consideró que se produce en la cuarta palabra, en la que su grito a su padre de "por qué me has abandonado" refleja el "dolor y la soledad de la muerte, porque tiene miedo, mucho miedo", ya que "no deseaba morir". "Y con todo no acusa a nadie, no se queja, no desea ni pide venganza", afirmó.
En la quinta palabra, dio las gracias por "tu sed y por tu agua viva, la única que nos puede saciar por siempre", en referencia a cuando Jesús dijo: "Tengo sed" y había un jarro de vinagre. En la sexta palabra, también dio las gracias "por tu fidelidad al padre".
Cerró el Sermón con que si en la primera palabra se escucha "el grito suplicante de Jesús y el silencio incomprensible de Dios, en la última su grito trasmite un mensaje alentador a pesar del drama vivido".
El Sermón de las Siete Palabras fue seguido por los embajadores en España de Cánada, Turquía, China, Letonia, República de Azerbaiyán, República Checa y Filipinas, entre otras autoridades políticas, judiciales o policiales.
Desde el Viernes Santo de 23 de abril de 1943, el Sermón de las Siete Palabras se celebra en la Plaza Mayor en vez de en la Catedral, engalanada con telones negros, donde los participantes escuchan la reflexión espiritual sobre las Siete Palabras que Cristo pronunció en la Cruz.
Antes el pregonero recoge en el Palacio Arzobispal el texto que leerá en distintos puntos de la ciudad, que recorre a caballo con una comitiva, anunciando que, a mediodía, se pronunciarán las siete palabras de muerte y vida que Cristo dijo sobre la Cruz.