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Cada vez son más las bodegas, sobre todo de la Ribera del Duero, las que instalan sistemas antiheladas para evitar daños en los viñedos. Los más habituales son las torres que mueven el aire y los micropulverizadores.
Cuando la temperatulra se acerca a los cero grados arranca un sistema de microaspersión que cubre las yemas y los racimos con una capa de hielo que evita daños mayores.