Roberto Fenández, vecino de Cistierna, se encontraba en un rincón de su finca para construir un pequeño invernadero, cuando de pronto se encontró con una peculiar sorpresa: un esqueleto que se conserva en aceptables condiciones y que podría pertenecer a un niño que fue enterrado hace alrededor de 1.000 años.
La finca de Roberto se encuentra en lo alto del pueblo, donde antiguamente se ubicó un antiguo cementerio y un templo ya desaparecido. Aunque se desconoce el sexo del cadáver, se calcula que el menor pudo vivir en fechas anteriores al año 1120.
La Junta de Castilla y León está investigando los restos y aún está por determinar el destino de este hallazgo, aunque el vecino apuesta por respetar el enterramiento y por el descanso eterno de este menor que habitó en el medievo y que perteneció a una familia de repobladores de la montaña oriental leonesa en el siglo X.