La migraña es una de las cefaleas más frecuentes y una de las más discapacitantes. Según la Organización Mundial de la Salud es la séptima enfermedad en años de discapacidad en todo el mundo.

No es un simple dolor de cabeza. Es mucho más. Quienes padecen migrañas coinciden en el dolor lateralizado, en la sensación de tener pequeños golpecitos en las sienes. También sufren de náuseas y de una mala tolerancia al ruido, las luces e incluso ciertos olores. Un episodio de migraña puede durar entre dos horas hasta tres días. En definitiva, impide a quien la sufre llevar a cabo una vida normal.

Las migrañas afectan a más a las mujeres. Según el neurólogo Ángel Luis Guerrero, “una de cada mujeres sea migrañosa. En el caso de los hombres la frecuencia es menor, en torno a un 8%”.

Aún se desconoce qué gen es el causante de la migraña, pero sí se sabe que los antecedentes familiares juegan un papel muy importante. Y aunque nuestro estilo de vida no es el origen, sí que favorece su aparición. “En estas circunstancias de crisis, las preocupaciones y el estrés, no dejan de ser problemas que desencadenan o que favorecen la aparición de un episodio de migraña”, explica el doctor Guerrero.

Sí que es cierto que los neurólogos están cada vez más interesados en encontrar la huella dactilar del migrañoso, es decir, el tratamiento que cada uno necesita. A los fármacos que controlan el dolor y a los que son preventivos se ha unido una nueva terapia que tiene al bótox como protagonista. “En estos casos al paciente se le ponen 31 inyecciones de bótox a los largo de la cabeza, como si fuera una diadema. También se inyecta en la zona del trapecio”.

Afortunadamente, familiares y sociedad en general cada vez tienen más conciencia de que una migraña no un dolor de cabeza muy fuerte. Una persona con migrañas falta de media al trabajo seis días al año y acude a él en malas condiciones físicos otros seis.