-
Película: 'Conan el bárbaro'
-
Dirección: Marcus Nispel
-
País: USA
-
Año: 2010
-
Duración: 117 min
-
Género: Acción, aventuras, fantástico
-
Interpretación: Jason Momoa (Conan), Ron Perlman (Corin), Stephen Lang (Khalar Zym), Rachel Nichols (Tamara), Rose McGowan (Marique), Saïd Taghmaoui (Ela-Shan), Leo Howard (Conan joven), Steve O’Donnell (Lucius), Raad Rawi (Fassir), Nonso Anozie (Artus).
-
Producción: Boaz Davidson, Joe Gatta, Avi Lerner, George Furla, Danny Lerner, John Baldecchi, Les Weldon, Joe Gatta, Henry Winterstern y Fredrik Malmberg.
-
Guión: Thomas Dean Donnelly, Sean Hood y Joshua Oppenheimer; basado en el personaje creado por Robert E. Howard.
-
Música: Tyler Bates.
-
Montaje: Ken Blackwell.
-
Diseño de producción: Chris August.
-
Vestuario: Wendy Partridge.
-
Distribuidora: Aurum
Sinopsis
Las hazañas de Conan en la Era Hiboria cobran ahora vida en esta película de acción y aventuras en 3D. Una búsqueda que comienza como una vendetta personal para el feroz guerrero cimmerio, lo no tardará en convertirse en una épica batalla que le enfrentará a descomunales rivales y horrendos monstruos. Contra toda esperanza de victoria, Conan se dará cuenta de que es la única posibilidad de salvación de las grandes naciones de Hiboria frente a la invasión de un mal sobrenatural.
Crítica
"¡Menuda decepción me he llevado! Me pasa por ser tan iluso. Con mi candor habitual, pensé que tras la soberbia peli con los simios, orangutanes y macacos que disfruté la semana pasada, otro remake blockbuster, como lo llaman salvajemente los americanos, estaría cuanto menos a su altura. Pues no fue el caso."
Las primeras imágenes engañan, sobre todo por la presencia del excelente Ron Perlman. Le descubrí cuando lo de Moisés en la película imperecedera "La Guerra del Fuego", del francés Jean-Jacques Annaud. Su rostro peculiar se adecuaba de maravilla al de cualquier antepasado de la edad de piedra: barbilla y cejas pronunciadas, frente huidiza y sonrisa boba.
Bueno, así es como nos los pintan. Nunca entendí por qué nuestros predecesores debían de ser tarados o con cara de lelo. Es verdad que muchas luces no había en aquellos cerebelos simples, pero supieron domesticar el fuego, cazar y pescar, agricultura y ganadería, y sobre todo a sus mujeres, algo que se nos ha olvidado. Ahorita los hombres somos bastante mansos... En general, ¡ojo!, que siempre hay un desgraciado que usa la fuerza en vez de dar un portazo.
¿De qué íbamos? ¡Ah, sí! De "Conan el Berebere". No, no es una errata. Los guionistas y decoradores decidieron que sería un acierto que en los territorios lejanos que atraviesa el héroe, la música tendría que ser medio mora, y hasta la vendedora de jofainas bailar la danza del vientre.
No sé, algo rarillo sonaba tanto derroche de ombligos. Así como el pseudo clasicismo griego en el templo de los adoradores de quien ni se sabe, y que protegían a la descendiente con sangre pura de no sé qué linaje oscuro. Perdón, es que me he atragantado... ¿Sangre pura dije? Porque no conozco a nadie que se reclame de ese apelativo salvo los caballos.
Bueno, admitamos. Hace poquito hubo un loco que pretendía que su país entero, incluso los aledaños, pertenecían a una raza superior cuya sangre era muy pura. El general invierno y un desembarco exitoso pusieron punto final a sus millones de asesinatos. ¿Nadie le enseñó un plano de Europa al tiparraco con su bigotillo? ¡Pero si vivimos en un boulevard desde que cayó el Diluvio! ¡Si estamos todos tan mezclados como el gazpacho! (de preferencia manchego, oiga).
Ya se me fue otra vez la olla... Decíamos que en la película se abusa de muchas cosas. Para empezar de los decorados artificiales, lo que se nota incluso aunque nos bebamos una arroba de cazalla. Cada siete o diez minutos aparece un decorado nuevo, cada vez más espectacular y "grandioso". De pena o de risa, os lo aseguro...
La hemoglobina de mentirijillas también corría a raudales. Se asombra uno de la cantidad de sangre que nos llena el cuerpo. En la cinta, y no exagero casi, cada individuo fallecido derrama cuanto menos la que se vertió en las Termópilas en tiempos del Artajerjes o de su primo hermano.
¿Queréis lo mejor? Imaginad... Un tipo al que apalean incontables veces, apuñalan, estrangulan, abrasan con hierro fundido, ahogan, torturan, le sacuden con hachas, espadas y diversos objetos afilados y punzantes, se cae desde un precipicio, le aplastan peñas y rocas, le envenenan y hasta le seducen, y al final sólo le duele el meñique porque le aprieta el calzado... ¡Pues que se compre unas Nike y que deje de dar la lata!
En honor a la verdad, admitiré que Jason Momoa intenta dar matices a su personaje en un vano intento de hacernos olvidar al no demasiado expresivo pero carismático Arnold Schwarzenegger. Inauguró la saga, antes de casarse y descasarse con María Shriver por una banal historia de hijos en otras camas. Si es que las hormonas son de un peligro...
De los demás aspectos ni hablo porque me cansé de dar palos.
Resumamos, antes de que nos den las tantas y el personal se nos desparrame: ¡que me devuelvan mis perras que bastante me costó ganarlas! Lo único que estuvo bueno fue la sucesión de esclavas sin nada que reprocharlas. Cuerpazos como los que tentaban a Sacha Guitry, inveterado mujeriego y consumidor de buen gusto. Cuando alguien le preguntaba si le gustaban las mujeres, respondía invariablemente: -¿Las mujeres? ¡Estoy en contra! Muy muy contra... ("Les femmes? Je suis contre... Tout contre!")
Pues eso. Ya quisiéramos algunos... He dicho.