LITERATURA

David Rodríguez Gómez rinde homenaje a la palabra, el amor y las bibliotecas en 'La décima musa'

Tras realizar incursiones en la novela, la dramaturgia y el cómic, el vallisoletano presenta su primer poemario, que enviará a las mejores bibliotecas del mundo.

ICAL

Entre los versos de 'La décima musa', el primer poemario de David Rodríguez Gómez (Valladolid, 1977), se atisba un autorretato del autor que se define como un "obrero de la palabra", encerrado en la eterna obsesión de "atrapar los sueños". Bibliotecario de profesión, y tras realizar incursiones en la novela ('Lisi'), el teatro ('Conversaciones al borde de una barca') y el cómic ('Las tres maldiciones de Úrsula Brull'), Rodríguez ha presentado en la Casa de la India su primer libro de poesía, que ya se encuentra disponible en librerías al precio de 10 euros.

Tras ganar hace tres años el Premio Letras Jóvenes de Castilla y León con este poemario, y después de que se retrasase su publicación durante meses, ha sido ahora, gracias a una ayuda del programa de Ayudas a la Creación 2010 promovido por Caja de Burgos, cuando su obra ha visto la luz.

El poemario se ha publicado en formato bilingüe en castellano e inglés, gracias a la traducción de Mara Fuertes y Ramón Gutiérrez. "Lo hemos querido publicar así porque nuestra intención es enviarlo a las bibliotecas más importantes de todo el mundo, desde Nueva York hasta Tokio o Alejandría, y a ello destinaremos lo que se recaude de su venta", explicó.

'La décima musa' arranca con un escueto prólogo donde se remite a un legendario índice de versos escrito por Calímaco y su discípulo Hermipo en el siglo III antes de Cristo, dedicado a una bibliotecaria. "Con el pasar de los tiempos, el índice cayó en las manos de un hombre del futuro. Al principio no subo qué hacer con ese abecedario de palabras. Años más tarde, cuando ella se cruzó en su camino, no le quedó otro remedio que aceptar el papel que el destino le había deparado y convertirse en un obrero de la palabra", escribe.

"El poemario surgió de algo íntimo, de un regalo que hice a mi pareja, que en realidad es mi décima musa. Décima musa ya llamaba Aristóteles a Safo, y también es como llamaban a Sor Juana Inés de la Cruz, la décima musa de México", señala. A lo largo del abecedario propuesto en el volumen, Rodríguez propone un "itinerario a través de las diferentes partes de una biblioteca, y se mezcla con una novela", con escenas en las cuales se deja un poema sobre un mostrador. "Relaciona todo lo que hay en una biblioteca con el acercamiento al amor, que son dos pasiones que entroncan perfectamente. A través de la poesía se poesía se puede llegar al amor, porque en ambos casos su base es la belleza", subraya.

Entre sus referentes poéticos, aparecen autores dispares, desde el brasileño Lêdo Ivo hasta Pessoa, dos de sus poetas preferidos, pasando por la poesía amorosa de Ángel González, o la obra de clásicos del siglo de Oro como Góngora y Quevedo, o escritores franceses como Rimbaud, Mallarme o Baudelaire.

En la aventura, y como corresponsable de la traducción, le ha acompañado su amiga y profesora de la Universidad Metropolitana de Leeds Mara Fuertes, que destaca que "gracias a que conocemos muy bien al autor del texto original, y tenemos información de sus referencias y de su universo literario, hemos intentado de conservar la esencia de sus palabras al traducir la poesía".

"Muchas veces se dice que la poesía es lo que se pierde con las traducciones, pero tanto a Ramón como a mí nos une con David el amor por la palabra, él desde un punto de vista más literario, y nosotros desde una perspectiva más técnica, como filóloga en mi caso. Lo importante es que el proyecto se beneficia de que nos une el amor a la lengua española y a las lenguas en su totalidad. Y junto al amor y la pasión, nos deslumbra que el ser humano es capaz de comunicar utilizando una serie de sonidos muy limitados".