Bonilla de la Sierra es un pueblo medieval en el que cada uno de sus rincones sorprende por la huella que ha dejado la historia.
Desde los vetones, hasta nuestros días, han sido muchos sus moradores, incluidos judíos y musulmanes. Pero fueron los obispos de Ávila los que dejaron su mayor impronta, convirtiéndole, desde 1224, en señorío del episcopado abulense.
La corona donó Bonilla al obispo Domingo Blasco. A partir de ese momento, hasta el siglo XVIII, fueron numerosos los personajes ilustres que habitaron los muros de su palacio episcopal, entre ellos Alonso de Madrigal, “El Tostado” o Juan II, padre de Isabel la Católica.
Los vestigios del pasado adquieren una gran fuerza en el presente. Los obispos hicieron de Bonilla su residencia estival y el castillo, construido en el siglo XII, fue reformado por los prelados entre los siglos XV y XVI, albergando importantes acontecimientos como el Sínodo Episcopal de 1384. Hoy, de propiedad privada, la parte mejor conservada es la torre del homenaje, que esconde pinturas murales con temas caballerescos.
Aunque la sorpresa para el turista viene de la mano de la iglesia-colegiata de San Martín de Tours, de estilo gótico. Finalizada en la primera mitad del siglo XV, de una sola nave de 16 metros de altura y 16 metros de largo, es única en el mundo rural abulense. Declarada Bien de Interés Cultural, cuenta con sillería de granito, ábside de crucería, un retablo barroco, varias capillas, un coro impresionante…
La plaza castellana, en la que se ubica, descubre, además, casonas solariegas, edificadas para acoger al séquito de los prelados. Y soportales en los que los comerciantes se instalaban para resguardarse del frío, el calor o la lluvia.
Sus calles empedradas nos llevan hasta el Pozo de Santa Bárbara, un pozo-aljibe construido entre los siglos XII y XIII Este es otro de sus atractivos más llamativos, sobre todo de noche, cuando las luces iluminan las escaleras que llevan hasta el agua y sus bovedillas adoveladas de medio punto.
De su muralla, construida entre los siglos XIII y XIV, que rodeaba la villa, quedan importantes restos como los que forman parte del castillo. De las cuatro puertas con las que contaba, la de Piedrahita, más conocida como la “Puerta de la Villa”, es la única que sigue en pie, casi imperturbable al paso de los siglos. Mientras el Puente Chuy, de origen probablemente romano, sobrevive al lado del río, a las afueras del pueblo.
Los escudos nobiliarios permanecen ajenos al tiempo, incrustados en algunas de sus viviendas de piedra, demostrando que 'quien tuvo, retuvo'.
Bonilla de la Sierra, que un día fue la villa más importante del Valle del Corneja, no solo es Conjunto Histórico Artístico. También ha sido el primer pueblo de la provincia de Ávila elegido como uno de los pueblos más bonitos de España por la Red de Pueblos Más Bonitos de España. Un lugar con personalidad, que alberga, además, a kilómetro y medio, un gran tesoro: un altar rupestre en la zona conocida como el 'Canto del Mortero' que, según los historiadores, podría datar de la Edad del Cobre y del Bronce. Y, como no podía ser menos, también ha sido declarado Bien de Interés Cultural.