CULTURA

Raúl Zurita defiende "la poesía inspiradora de vida frente al sufrimiento de la pandemia" al recibir el XXIX Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana

La reina Sofía entrega el galardón en un acto con las intervenciones de la presidenta del Patrimonio Nacional y el rector de la Universidad de Salamanca

Ical

La belleza de las palabras, en la voz de uno de los herederos de la gran tradición lírica chilena, volvió a inundar cada rincón del Salón de las Columnas del Palacio Real de Madrid durante el acto de entrega en hoy del XXIX Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana al escritor Raúl Zurita. La reina Sofía entregó este galardón que lleva su nombre al poeta chileno en una emotiva sesión, condicionada en su aforo por las restricciones impuestas por la Covid-19, que contó con la presencia de la presidenta del Senado, Pilar Llop, y del ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, y con las intervenciones de Llanos Castellanos, presidenta del Patrimonio Nacional; Ricardo Rivero, rector de la Universidad de Salamanca; y el catedrático de la Usal, Román Álvarez, como secretario del jurado.

Zurita comenzó su intervención con la lectura de los primeros versos de “uno de los más grandes poemas escritos en castellano”, el que lleva por título 'Hijo de la luz y la sombra', de Miguel Hernández, al tiempo que expresó su “alegría, orgullo, y al mismo tiempo pudor y vergüenza”, al recibir este premio que lo asume como “un homenaje al gran río de la poesía” de España y Portugal del cual “todos no somos sino pequeños eslabones”.

Considerado como “una de las voces más originales de la literatura contemporánea en español”, según Paqui Noguerol, catedrática de Literatura Española y Latinoamericana de la Universidad de Salamanca, responsable de la edición crítica de la antología que Ediciones Usal publicará el próximo año, Zurita se convierte así en el tercer escritor chileno en alcanzar este galardón, tras Gonzalo Rojas y Nicanor Parra.

Las bellas palabras de su discurso no hicieron otra cosa que refrendar su concepción de la poesía como el tándem “literatura y vida”, que ha inspirado su obra. “Solo desde la bondad la poesía estará cumpliendo con el único papel que le da sentido: celebrar la vida, llorar la muerte, e imprimir sobre los martillados rostros de lo humano, los rasgos aún inimaginables de una nueva eternidad. La única poesía que existe es aquella que puede ser musitada frente a un ser que muere o leída en voz alta frente al mar”, añadió.

El autor de 'Purgatorio' defendió también el papel de la poesía como instrumento de lucha de los pueblos para recobrar la dignidad. “Vengo de un país de desaparecidos que hoy se ha volcado fervorosamente a las calles en su lucha por recobrar su dignidad. No se devolvieron los cuerpos, es decir; no se le devolvió a la esposa el cuerpo de su esposo, no se le devolvió al niño pequeño el cuerpo de su padre, no se le devolvió al anciano el cadáver de su hijo, y fueron los poetas quienes debieron descender a la tibieza de la tierra que acogió esos restos, a las espumas del mar que mecieron esos cuerpos quebrados, a la piel reseca del desierto que preservó esos torsos rotos, y restaurar las palabras que ellos no alcanzaron a decirnos ni a decirse. Le correspondió a la poesía cumplir con las exequias de los ausentes, sancionar sus vidas y enterrar en las tumbas del lenguaje lo que los vivos debían haber enterrado en las tumbas de sus muertos”.