Sepúlveda, en el nordeste de la provincia de Segovia, es sinónimo de Patrimonio, tanto histórico, artístico, cultural como natural, ya que conserva gran parte de sus edificios construidos desde época medieval, junto con otros vestigios de épocas anteriores. Hecho que produjo en 1951 que fuera declarada Conjunto Histórico-Artístico, con la intención de proteger sus valores arquitectónicos y culturales. Entre el caserío sepulvedano sobresalen diferentes casas blasonadas como la Casa de los Proaño, la de los González de Sepúlveda, la de las Conchas o la del Conde. Además, desde el año 2016 este municipio forma parte de la Asociación de los Pueblos más Bonitos de España.
La Villa de Sepúlveda vive su época de esplendor, tanto histórico como económico, social, político y artístico durante la Edad Media, principalmente debido a estar situado en una zona fronteriza con las tierras musulmanas durante la Reconquista, y el papel ejercido por el Fuero, cuyo origen se sitúa en los privilegios concedidos por el conde Fernán González a los pobladores de Sepúlveda.
Sepúlveda en la Edad Media era una ciudad amuralla, de construcción árabe contaba con siete puertas, cuyos vestigios hoy en día se conservan y siendo las sietes llaves de estas puertas emblema de la Villa.
Muchos de los edificios que conserva están muy ligados a este pasado medieval como la Iglesia de El Salvador, que constituye uno de los paradigmas del románico castellano. También románica es la Iglesia de la Virgen de la Peña, en la que destaca su magnífica portada y el retablo principal de estilo barroco. Tanto la Iglesia de El Salvador como la de Nuestra Señora de la Peña fueron declarados como Bien de Interés Cultural en 1931.
En la Plaza de España, centro neurálgico de la Villa, se encuentra la parroquia de Sepúlveda, San Bartolomé, construida en el siglo XII, aunque con algunas modificaciones posteriores. El acceso a esta iglesia se realiza desde uno de los rincones más pintorescos; una escalinata de grandes losas coronada con una cruz renacentista. Vinculado al Santo titular de esta Iglesia encontramos un rito con gran arraigo entre los sepulvedanos, conocido como El Diablillo que a finales de febrero ha sido declarado Manifestación Tradicional de Interés Cultural Provincial. Existen en la villa otras dos Iglesias que no están destinas al culto sino a fines turísticos; la Iglesia de los Santos Justo y Pastor, sede del Museo de los Fueros, cuya exposición recorre la historia de Sepúlveda, el Fuero en la Edad Media, el Fuero de Sepúlveda y la Comunidad de Villa y Tierra a través de imágenes sacras. Y la Iglesia de Santiago, que arquitectónicamente destaca por su ábside en ladrido y una cripta del siglo X excavada en la roca con tumbas antropomórficas, siendo hoy en día la Casa del Parque de las Hoces del Río Duratón.
En los últimos años se han abierto al público dos espacios singulares que permanecían cerrados al público general. El primero, la Antigua Cárcel de Sepúlveda, hoy convertida en Centro de Interpretación que brinda la posibilidad de disfrutar de una intensa experiencia sobre el privilegio de vivir en libertad. El segundo de estos edificios es el Antiguo Registro de la Villa, restaurado en el año 2017 para albergar el Museo Lope Tablada de Diego, pintor con raíces sepulvedanas.
Sepúlveda no sólo es historia, también es naturaleza, pues se encuentra en un entorno privilegiado, el Parque Natural de las Hoces del Río Duratón, declarado como tal en el año 1989, con el objetivo de conservar los valores paisajísticos que posee. Este Espacio Natural de 5.037 hectáreas comprende el curso medio del Río Duratón, artífice de un espectacular cañón, con cortados que llegan hasta 100 metros de altura. Precisamente en estos cortados encontramos al animal más emblemático de este paraje, el buitre leonado, cuya colonia es la más importante de Europa con 729 parejas censadas en el 2017. Además del patrimonio natural, dentro de los límites del Parque Natural se encuentran manifestaciones culturales como pinturas rupestres, posiblemente de la Edad del Bronce, pequeños santuarios de origen visigodo como la Cueva de los Siete Altares o ermitas románicas como la de San Frutos, en pleno corazón de este enclave.
Otro aspecto que no hay que olvidar es su afamada gastronomía, en la que destaca el cordero asado en horno de leña.