Se calcula que el 12% de la población tiene problemas para conversar en entornos ruidosos y la cifra va a más. La Universidad de Salamanca ha dado con la explicación. Una investigación puntera ha determinado que en estos casos se produce un problema en las neuronas, no en el oído, que impide que el cerebro se adapte al ruido de fondo y sea capaz de ignorarlo. Un paso que tiene gran trascendencia a la hora de fabricar audífonos o implantes.