Desde que empezó la pandemia en marzo de 2020 hasta abril, el perfil de los hospitalizados en UCI ha cambiado. Cada vez son más jóvenes. "El más joven que tenemos tiene 43 años y luego tenemos varios de cuarenta y algo", dice la jefa de la UCI del Hospital de Soria, María José Fernández.

Nadie está exento de acabar ingresado y después de un año sigue sorprendiendo la letalidad de la COVID-19. "Hace poco hablaba con un jefe de servicio de Cuidados Intensivos que estaba derrumbado porque se acababa de morir de una manera muy rápida una persona de menos de 40 años", dice la consejera de Sanidad. En este año de pandemia la franja de edad de entre 40 y 50 años ha sido en la que más han crecido los ingresos en UCI, frente al grupo de entre 60 y 70, cuyo porcentaje ha bajado.

Si el coronavirus se suma a la hipertensión, obesidad o diabetes, el riesgo de que se agrave la enfermedad aumenta. Todo junto hace un cóctel propicio para desencadenar la inflamación de los órganos. "Puede ser que gente joven desencadene toda la cascada inflamatoria y quizás lesionar los pulmones y de eso nadie está libre", explica Fernández.

Según los datos de la Sociedad Española de Medicina Instensiva, la estancia en UCI ha bajado en dos días, hasta los 13 de media, aunque en algunos casos se alarga meses. Lo que no ha variado es la cifra de mortalidad en UCI, que sigue en el 30%.