Sólo en Burgos, este jueves fueron 100 los positivos con COVID-19 detectados. La tarea es más llevadera que al principio de la pandemia. Jorge Olalla Martín, odontólogo de profesión y que trabaja en el equipo de seguimiento epidemiológico de Burgos, reconoce que al inicio de la pandemia confirmar los positivos era mucho mas dramático que ahora. "Hemos naturalizado este problema".

Cada caso comunica al menos un contacto estrecho. La media está en 1,8. "Normalmente son núcleos familiares: padre y madre e hijos", asegura el fisioterapeura Alberto Santos. Su aviso es fundamental porque se ha relajado la precaución. 

"Es obvio que la gente a estas alturas está muy cansada y no quiere hacer diez días de cuarentena si no se encuentra mal", explica el médico Diego Santamaría. Esto sucede especialmente en el caso de las empresas, donde la cuarentena preventiva supone parar la producción. Se hacen test de antígenos a los trabajadores y se retrasa el problema. "Acaban saliendo más compañeros positivos, ya no solo de trabajo, también los familiares de los primeros positivos. Se acaban declarando brotes de 17 personas por no haber querido parar en un primer momento a cumplir el protocolo".

Ahora los rastreadores investigan los contactos de hasta siete días antes y funciona porque, en esos casos, uno de cada diez resulta positivo.