Son una especie de armadura que se adapta al cuerpo para reducir posibles lesiones. Suena a ciencia ficción, pero es una realidad ya en países como Estados Unidos o Japón.
 
Nos acercamos al trabajador biónico, al hombre máquina que supere límites físicos sin riesgo. Y ese camino no pasa por la ciencia ficción sino por tecnología real. Como estos exoesqueletos pasivos, que utilizan muelles en lugar de motores, y que tienen cuatro variedades, dos para la espalda, un asistente de piernas y el más moderno, el asistente de hombros.

Son los modelos que la empresa Telice muestra en León a otras factorías. Están implantados en Estados Unidos, sobre todo destinados a Defensa, y en Japón, dedicados a la automoción, sector por el que entran en Europa. La compañía leonesa sería pionera en llevarlo al ferroviario.