Viajamos hacia Alcañices y en apenas 60 kilómetros las cunetas nos recuerdan trágicos accidentes. Aquí fallecieron tres niños en verano, no llegaron a Portugal. En la travesía alcañizana, sobre el paso de cebra vemos flores y crespones negros, aquí uno de sus vecinos falleció tras ser atropellado por un camión en marzo. Son solo ejemplos de lo que ya es un goteo constante.

La falta de vallado en esta carretera nacional también condiciona el paso de fauna salvaje, que motiva gran parte de los accidentes, alguno de ellos muy graves. A finales de septiembre perdía la vida en Trabazos un portugués que se cruzó con una piara de jabalíes.

Y en nuestro camino de vuelta, una familia ha salido ilesa de un accidente con un jabalí. Otros no tuvieron tanta suerte y por eso los vecinos solicitan que la N-122 se convierta en autovía.