La crisis económica derivada de la pandemia del coronavirus está cebándose con quienes ya de por sí se encontraban en una situación de vulnerabilidad. Ese el caso de una familia de origen salvadoreño asentada en Soria. Desde hace un año no tienen permiso de trabajo y subsisten gracias a la ayuda de Cáritas.

Roberto y Karla llegaron a Soria hace tres años huyendo de la violencia de El Salvador. Inicialmente contaron con apoyo para su integración sociolaboral. Consiguieron una vida independiente, hasta que se quedaron sin permiso de trabajo al denegarles la protección internacional. Ahora se ven obligados a recurrir a trabajos sin contrato porque los cuarenta euros mensuales que reciben de Cáritas no son suficientes para dar de comer a sus dos hijos.
 
Tampoco tienen acceso al nuevo Ingreso Mínimo Vital. Pero no quieren ser una carga sino una oportunidad. Ahora sólo espera que su recurso prospere y, a pesar de los retrasos burocráticos por el coronavirus, llegue por fin ese derecho de asilo fundamental para no depender de ayudas sociales.