Desde finales de junio hay un nuevo etiquetado de la miel en el que tienen que aparecer los lugares de origen del producto, pero sin especificar qué cantidad procede de cada país. 

Después de recoger la miel de la lavanda, los apicultores tiene trabajo con las mieles de verano. Además, ahora tienen otra tarea: colocar las nuevas etiquetas con el lugar de origen. Los productores locales creen que la nueva norma no es clara para el consumidor, no evita el posible fraude y que deja desprotegidos a los apicultores locales. Incluso, en ocasiones, esas mieles de terceros países pueden ser de dudosa procedencia y por lo tanto, dificiles de diferencias por los consumidores.