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El sector agrario cierra un año "caótico" en Castilla y León

Cristina Carro

El año 2020 arrancó marcado por la ilusión. Sectores como el del porcino veían cómo su producto alcanzaba un valor inimaginable unos meses atrás. Para otros, la estabilidad de sus productos hacía peligrar su rentabilidad. Esto motivó que el sector agrario al completo se echara a las calles reivindicando una mejora en su rentabilidad y una mayor visibilidad a ojos de la sociedad.

Marzo fue el mes en el que todo cambio. El coronavirus hizo que la mayor parte de la sociedad se tuviera que quedar en casa, la hostelería cerró, y con él la demanda freno en seco. Productos como el cochinillo o el lechazo dejaron de cotizar y los ganaderos se encontraron ante un problema nunca visto. La situación para todos iba empeorando. En ese momento, solo los sectores calificados como esenciales, entre los que estaba el agrario, podían continuar con la actividad.

En verano la crisis de precios se generalizó. No hubo sector ni agrícola ni ganadero que no se viera afectado. En medio de este contexto, el único punto positivo llegó por parte de la sociedad. El consumidor cambio sus hábitos de compra y empezó a apostar por el producto de proximidad. Una muestra de que a nivel social se valoraba el esfuerzo que el sector primario estaba haciendo.

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