Nunca antes tantas personas migrantes habían logrado cruzar la frontera en tan solo dos días, casi 8.000 hombres, mujeres y también menores que son rescatados del agua. La Guardia Civil vigila para que nadie se ahogue, porque el camino, aunque es corto, es duro, y lo es además porque toda esta gente sabe que cuando pisen tierra española serán devueltos a marruecos.

Por mar y por tierra, traspasan la valla de Castillejos, la ciudad marroquí más cercana a Ceuta. Corren hacia allí buscando el mismo sueño. Hay rostros que ponen nombre al drama, como el de Luna, una estudiante en prácticas de Integración Social que consuela a quien acaba de cruzar a nado la frontera. Llegan exhaustos. Muchos de ellos, desilusionados, vuelven de forma voluntaria a casa. Es la imagen de la desesperación, y el consuelo y humanidad, de quienes lo reciben.